En un ambiente de euforia masiva, millones de personas acompañaron a lo largo de las autopistas y calles de Buenos Aires, el recorrido de Lionel Messi y su selección, en la caravana para celebrar la conquista de la Copa del Mundo de la FIFA, la tercera de Argentina luego de las ganadas en su país (1978) y México (1986).
En un autobús descapotable que avanzó a paso de hombre, tratando de abrirse camino entre la multitud, los jugadores (Di María, Fernández, Álvarez, Otamendi, todos) mostraron exultantes la Copa conquistada ante Francia en la final del Campeonato Mundial de Fútbol de la FIFA Catar 2022.
Las autoridades de ese país dispusieron un operativo de seguridad con desvíos de tránsito y muchos relevos policiales para prevenir desmanes a lo largo del recorrido, aunque no faltaron los desadaptados que quisieron ensuciar el festín al final del camino.
El desfile fue eterno y los jugadores capitaneados por Lionel Messi y el cuerpo técnico comandado por el otro Lionel (Scaloni), parecía que tendrían que ser rescatados de la multitud en helicópteros porque el riesgo fue enorme, bastante evidente.
El Obelisco de la avenida 9 de julio de Buenos Aires, la capital argentina, congregó a más de 4 millones de personas para disfrutar la consagración de la Albiceleste de Messi y compañía, y fue el epicentro de la ruidosa celebración.
La tercera estrella, por fin, llegó después de 36 años de larga espera en los que Argentina perdió dos finales de Mundial, la de Italia 1990 con Alemania Federal (0-1); y la de Brasil 2014, también contra la selección alemana y por idéntico marcador.
Ha sido la mayor movilización de la historia de los argentinos: una verdadera marea de gente celeste y blanca corriendo como loca con camiseta o sin ella, con banderas, con gorras, bebidas, comida y todo lo que se requería para quedarse hasta el final de la jornada observando el gigantesco autobús de los campeones, el de sus ídolos por siempre.